Rubén Villalba, con su compañeros de Marina Kue, llevan dos años presos por un
delito que no cometieron, pero que se mantiene porque es la única aparente
justificación del golpe parlamentario del 22 de junio, el gobernó trucho de Federico y el alquiler de un partido para que un
Presidente que nunca votó sea votado.
Rubén lleva dos huelgas de hambre hasta
las últimas consecuencias. La primera, siempre con otros compañeros, para que
las mujeres presas de Marina Kue pudieran tener prisión domiciliaria. Y lo
lograron.
La segunda huelga hasta las últimas
consecuencias para que él y sus compañeros varones pudieran tener la prisión
domiciliaria. Y lo lograron.
Solamente que cuando en Curuguaty iba a
ser realidad para Rubén lo volvieron a Tacumbú, por la causa ya olvidada de
Pindó. Lo volvieron recién salido de 50 días de huelga de hambre y no
recibió ningún cuidado
especial. Recuerdo que ese día a las 10 de la noche fui testigo en Tacumbú cómo
un senador le hacía traer sopa de pescado,
su primera comida seria después de la huelga.
Desde entonces ha pasado siete meses
preso ilegalmente. Su salud se ha resquebrajado y desde este espacio en
UH pedía con
urgencia un médico de corazón y no pudimos tener esa ayuda médica necesaria. Desde entonces se ha ido deteriorando cada vez más. Quiso
hacer en su desesperación
otra huelga de hambre y con otras personas conseguimos que desistiera de ella.
El 1 de octubre me encuentro con la
noticia de haber comenzado una tercera huelga de hambre hasta las últimas
consecuencias. Esto es grave porque puede costar una vida a un ser humano en el
que se ha cebado la injusticia reinante en el Paraguay.
Por eso exijo el Habeas Corpus que Rubén
pidió hace siete días y no se le ha otorgado. Es la última causa que ha
provocado esta huelga.
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