viernes, 3 de octubre de 2014

LO MALO ES EL MOMENTO, NO UD. NI YO


Nos están llevando a donde no queremos. Quieren robar los fondos jubilatorios. Las FF.AA. matan paraguayos y no sabemos qué delito hicieron. Los últimos cuatro son jóvenes. La política social  no existe  para el gobierno. Samaniego insiste siempre y vuelve a insistir en desalojar a los bañadenses pero, de palabra dice lo contrario. La policía  hace apremios ilegales. Crece el  número de jóvenes que ni  trabajan ni estudian. Los sojeros  siguen sin pagar impuestos y siguen destrozando nuestras rutas y enfermando a campesinos con sus agrotóxicos. La cumbre política nunca se equivoca y su lema es “Nada nadie me apartará de mis objetivos”.
Este es el justo plagueo diario de  miles de paraguayos entre los cuales me encuentro. “Realmente vivimos en un mal momento”. 
Pero, cuidado.
“Realmente vivimos en un mal momento”. Cierto. Y, tal vez, uno de los peores de nuestra historia.
Sin embargo, lo malo es el mal momento en que el estamos. No Ud. ni yo”. Y menos, si Ud. y yo denunciamos, nos manifestamos  trabajamos para que el Paraguay mejore.
Y, esto es muy importante distinguir.
El Pueblo organizado es la víctima de todo esto, el testigo fiel de tanto mal. El que  se prepara para dar un cambio a la Historia y llevar a Tacumbú como hizo Argentina, Chile, Bolivia etc… con los culpables.
Ni Ud. ni yo tenemos la  culpa. Por eso nos criminalizan nuestros sueños, nuestras palabras, nuestras manifestaciones, nuestras protestas. Y nos meten miedo. A los campesinos primero, que son los que van en vanguardia. Desde 1989 han asesinado a más de 120 dirigentes por el solo delito de serlo. Y tienen actualmente cientos de imputados sin causa con la prohibición de hablar y de actuar.
Estamos en un mal momento, pero ni Ud. ni yo somos los causantes de  tanto mal. Propiamente, somos la esperanza de solución.

1 comentario:

  1. Le cambio los nombres y creo que está hablando de España. La falta de honestidad debe ser un alto contaminante, a juzgar por los acontecimientos en el mundo entero. No desaparecen las riquezas, pero cada día se concentra en menos manos y la fractura social es cada día mayor.
    Que Dios se apiade de este mundo que estamos construyendo.

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