En el Bañado Sur
y otros lugares existen decenas de mujeres, muchas madres solteras, que
con gran sacrificio compraron máquinas industriales de coser para sacar a su
familia adelante.
Todo este emprendimiento está en crisis. No hay pedidos de ropas
para confeccionar. ¿Causas?
El mercado está inundado de ropas traídas en contenedores desde
China, hechas con mano de obra barata en su país e introducidas en el Paraguay
con franquicias, que se venden a precios increíblemente bajos.
¿Solución a esta crisis?
Que el gobierno de Cartes defienda a la industria nacional y ponga
límites a la entrada masiva de ropas chinas.
Que el gobierno de Cartes trabaje en abrir mercados en el extranjero para
nuestras ropas. Es lo que hacen todos los gobiernos y el nuestro parece
olvidar.
Que el Ministerio de Industria y Comercio fomente la
especialización de
tantas mujeres con máquinas industriales en sus casas, con la
esperanza de un futuro mejor.
Que los empresarios privados muestren su acción en este tipo de negocio
que bien llevado daría dividendos para todos y sacaría del hambre a muchas
familias. Ellos saben hacerlo. Basta que algunos se interesen y quieran.
Ni siquiera se necesita hacer grandes instalaciones. Las máquinas ya
existen en las casas. Se necesita mejorar la calidad de algunas de sus
poseedoras.
Se necesita tener visión de negocio con calidad de modo que la marca
paraguaya conquistara lugar dentro y fuera del país. Y este es el papel
del empresario paraguayo.
Se necesita frenar, si no cambian, el sistema de economía
sumergida ilegal en talleres de personas extranjeras (coreanos) que pagan poco,
exigen mucho y poco o nada cuidan de la calidad sus prendas. Este es otro
impedimento, además del chino.
Esta industria de la confección paraguaya, invadida por chinos y mal
usada por otros, es también una de las reivindicaciones de las mujeres para
la Jornada
del 26 de marzo.
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