La tenemos en todas las partes, pero no la distinguimos. Es muy
importante, pero no le damos importancia. Grita sus derechos, pero no la
escuchamos. Le estamos agradecidos, pero no se lo expresamos. Es una generación
invisible a la que olvidamos.
¿Me refiero a los niños? ¿A las mujeres? ¿A los discapacitados?
¿A los enfermos encamados?
No, porque esta generación alcanza también a hombres, se mueve
por la calle, la mayoría en la plenitud de sus cualidades. Es alegre y es la
más respetable.
Dice el Estado que a un 8% de ella actualmente la está ayudando, pero
cuando queremos saberlo nos envía de Hacienda a……… y de…..Hacienda. Mucho nos
tememos que nos estuvieran engañando
Cuando hicieron el censo de población alcanzaba casi a medio millón de
habitantes. Aunque tenemos la experiencia relatada por ellos, que en ocasiones
los censistas al pasar delante de una casa de material siguieron de largo, sin
caer en la cuenta de que en el fondo del patio vivía en un cuchitril el miembro
de esta generación en plena pobreza y olvido.
En ocasiones los hemos visto en oficinas públicas a centenares de
ellos. Amontonados delante de una ventanilla, de pie durante horas, mientras
que funcionarios públicos en cómodas sillas los atendían lentamente. Cuando vi
este espectáculo, sentí que algo estaba mal.
Modernamente existen en los gobiernos políticas públicas para
todo. Menos para esta generación que no la distinguen bien por ser invisible.
Hasta hace pocos años había jubilados en el IPS de esta
generación que cobraban en el IPS 3.000 (tres mil) guaraníes al mes.
Por si no se dieron cuenta estoy hablando de los adultos mayores.
Mabel Rehnfeld ha escrito un muy bueno artículo que termina así
“Pensándolo mejor tengo la sospecha de que nuestros
políticos no legislan para la vejez porque tienen la esperanza de que
ellos nunca serán adultos mayores pobres”.
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