Cada día crece el número de jóvenes que encuentran en el
voluntariado un modo de
realizar los deseos que tienen de ayudar a los otros.
Un ejemplo claro de este voluntariado son el centenar de muchachos y
chicas que sábados y domingos llegan al Bañado Sur para montar casas dentro del
proyecto “un Techo”.
Y cada vez se nota la necesidad de una ley que legisle
todo lo referente al voluntariado separadamente de lo que es el trabajo en una empresa o fábrica.
Esta ausencia de una ley del voluntariado, en ocasiones, crea
problemas tanto para el voluntario o voluntaria como para la institución que los
reúnen en una causa buena como es la de servir a los necesitados.
Comienzo por esto último.
En ocasiones
la institución que reúne al
grupo de voluntarios ha tenido que pedir el cese alguno de ellos por su
comportamiento o nulo
rendimiento.
Conozco casos en que estas personas cesadas han puesto un pleito
porque, al trabajar de seguido en
algo, la ley, al no existir una ley del voluntariado, le aplica la laboral con
el consiguiente multa, retiro etc. Cosa que ellos al comenzar su voluntariado
no pensaron, pero que luego se aprovecharon.
En cuanto al aspecto, positivo la ley tiene que dar ventajas a
quienes entregan su tiempo libre y libremente al servicio de los demás.
“Los voluntarios no son personas de cualidades excepcionales.
Son sencillamente humanos. Tienen ojos
para descubrir las necesidades de las gentes, oídos para escuchar sus sufrimientos,
pies para acercarse al que está solo, manos para tendérselas al que necesita ayuda
y sobre todo un corazón grande donde caben
todos los desvalidos. (Pagola)
Insisto: es necesario que se apruebe una ley del voluntariado,
como existe en muchas naciones. La necesitamos todos especialmente nuestra
juventud y en estos momentos
en que queremos otro
Paraguay la necesitamos todos,
especialmente nuestra juventud. Por eso urge una ley del voluntariado.
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