Alrededor del papado hay por supuesto muchas afirmaciones e
interrogantes. Y es la
realidad del personaje religioso moderno de más influencia y atracción.
Afirmaciones e interrogantes sobre su puesto de influencia en el mundo de
los que creemos en Jesús. Esta es la cuestión de fondo.
Pero, está muy unida a la manera de cómo ser papa.
En la Historia hubo una actitud de crecer, aislándonos de los
otros y mirando al pasado. Hubo, también otra de apertura como la de Juan XXIII.
Y, en este sentido, la manera de actuar del papa Francisco está
abriendo horizontes nuevos sobre un modo también nuevo de vivir el ser papa,
que influirá grandemente en su puesto dentro de la comunidad universal
cristiana.
Actos humanos, antes ausentes por un boato que los silenciaba.
Apertura a los que antes eran castigados o simplemente olvidados. Insistencia
en la preferencia de Jesús
por los pobres y condena de las causas de su aumento numérico
en el mundo.
Sobre todo, su insistencia de salir de las iglesias y hacernos presentes allí
donde se acumulan las gentes para comprenderlas mejor y poderles, desde dentro, hablar de la Buena Noticia de
Jesús.
Una actitud del papa Francisco que deja de ser proselitista para
convertirse en servidora. Lo importante no es crecer en los dividendos de los
nuevos adherentes que se nos
unen. No somos una empresa de lograr adeptos.
Somos un
puñado de sal, una luz que alumbra, una levadura dentro de la masa que, unidos
a otras sales, luces y levaduras nacidas de otras diferentes fuentes, queremos
y luchamos, unidos todos, por lo mismo: un mundo con una vida humana más digna,
donde quepamos todos equitativamente.
La oración de los creyentes, y el deseo de nuestros compañeros no creyentes, es
que sigamos adelante en esto todo lo que se pueda.
Habrá quienes
se opongan pero nuestra esperanza es intocable.
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