Una lucha que nos libere se verá siempre frenada en una democracia
conservadora hecha a imagen y semejanza de la oligarquía.
Eso quiere decir que el Paraguay nuevo en el que soñamos va a
tardar en amanecer con las
reglas formales que tenemos.
¿Entonces?
Pregunta terrible porque todos sabemos que estos sistemas
sociales tardan años o siglos en desaparecer. Mientras tanto, tendremos sólo ciertos márgenes de
libertad, solamente cuando no toquemos su Karaku.
Uno de ello es el de la propiedad privada. Para este sistema de
democracia conservadora, la propiedad privada es como sagrada, aunque con ello
se cometan mil injusticias.
Entonces, ¿cómo luchar dentro de ella para ser libres?
Para comenzar me limitaré en hablar sobre actitudes.
La primera es pensar en términos latinoamericanos. Es caer en la
cuenta de que somos una comunidad de naciones que caminamos hacia algo común: la Patria Grande.
Es un pensamiento concreto que tiene ya algunas pequeñas
realidades. Pero, el verlo en el horizonte da una actitud de lucha.
La segunda es ser
radicales. Quizás sólo en cosas pequeñas y a corto plazo. Pero, son piedras que
hacen el camino.
La tercera es acumular fuerzas. Eso significa nos guardarnos los
sueños de libertad sino irlos sembrando en nuestros Pueblos. Es lo que llamamos
el trabajo concienciador en las bases. Los cambios que iremos logrando
dependerán de esta acumulación de fuerzas populares.
La cuarta des insistir en la ideas. Habladas,
escritas, cantadas o expresadas en murales y obras de arte. Son modos de pensar
nuevos que abren nuevos
caminos de libertad. La idea es una fuerza que,
cuando la apresan, nadie la puede matar.
Todo esto es poco y es mucho. Y, tal vez, sea lo único que
podamos hacer en los tiempos duros. Pero nos permite conservar encendida la
antorcha de la libertad.
Ya que el tiempo conservador se dice democrático, aprovechemos
las rendijas de esta pseudodemocracia y, agrandándolas, caminemos hacia la
verdadera libertad.
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