Ignacio Ellacuria fue un compañero
jesuita al que tuve la suerte de conocer en Centroamérica. Hace 25 años fue
asesinado con otros cinco compañeros jesuitas y los militares asesinos al salir
mataron a la señora cocinera y a su hija joven para que hubiera
testigos.
Vivió en la República de El Salvador, en
medio de una guerra civil que costó 75.000 víctimas la mayoría de ellas
civiles. Fue el apóstol del diálogo para lograr una paz provechosa para el
Pueblo salvadoreño.
Copio algunos de sus pensamientos que
nos ayudan en el Paraguay
Primero, una triste realidad, que
sufrimos también: “No es el pueblo, como fuerza social, el sujeto real de su
propio destino político. Lo son sus presuntos representantes, quienes miran más
por sus propios intereses propios, derivados de estar o no estar en
el poder, que por los intereses reales de la población”.
En segundo lugar, para que haya paz es
necesario un diálogo nacional. Y aquí, entra Ellacuria, “Es ilusorio
pensar que se puede delegar esta cuestión fundamental del diálogo nacional en
manos de los partidos políticos, cuando han sido incapaces de promoverlo. El
diálogo nacional supone que la mayor parte de la población y de las
organizaciones de todo tipo se pongan en estado de diálogo, esto es que
reflexionen sobre caes son las soluciones mejores para terminar con la
situación calamitosa en que vive la mayor parte de la población. Supone que no
sólo reflexionen sobre sí mismos, sino que se abran a escuchar lo que otras
fuerzas o sectores dicen, no importando lo distante que estén sus opiniones”.
“La superación dialéctica del conflicto
implica la conquista de una nueva solución superadora que sintetice cada
una de las partes en oposición en algo que no es simplemente un
término medio sino algo realmente nuevo”.
Muchas cosas dice Ignacio Ellacuria. Les
invito a reflexionarlas.
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