Se acerca la Navidad y cada familia va
pensando con quienes se va a juntar para celebrar la cena de la Nochebuena.
También con el recuerdo vivo de los seres queridos que durante años les
acompañaron y que este año la celebran en el cielo.
Personalmente, tengo conmigo este año el
recuerdo vivo de muchos paraguayos y paraguayas, a quienes me acerqué para
aprender, con quienes luché junto por un Paraguay mejor y a quienes echo de
menos en estas circunstancias en que vivimos, que son
confusas, difíciles.
Son demasiados, por eso voy a poner
solamente algunos pocos.
Comienzo por un mártir.
Un muchacho muy pobre y humilde, alma de
la emigración paraguaya en Buenos Aires. Daniel Esquivel. La
dictadura militar argentina lo hizo desaparecer después
de torturarlo. ¡Qué pequeño me sentía a su lado!
Sigo por otros dos en el
arte. A José Asunción Flores lo conocí en el exilio donde
hablamos largo una tarde. ¡Gran hombre! Días después lo acompañaba a su
descanso, acompañado por la guarania INDIA, cantada por hermanos argentinos.
Con él, Augusto Roa Bastos. Lo conocí en la década del 90 al volver al
Paraguay. Disfrutaba hablando con él.
Sigo con dos grandes señoras. Olga
Blinder que unió su arte con un inmenso compromiso social. Siempre me ayudó
cuando comenzaba la carrera de Comunicacion en la UCA. Con ella Elizabeth Ajub
de Giangreco, de la Pastoral Social. Luchadora incansable por los bañadenses en
muchas reuniones semanales cuando comenzaba la idea de la Franja Costera.
Prometí demasiado porque me quedan
Munarriz, Miguel Ángel Soler, los obispos Bogarín y Rolón, el Maestro Francisco
Parra, etc…etc… Y, todavía, me quedan los más cercanos. Los que me
acogieron en el Bañado Sur en septiembre del 96. Y estos sí que son muchedumbre.
Este año, cuando celebre la Navidad los
tendré muy presentes. Porque ahora a todos los necesito más que nunca.
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