Que los pobres son “objeto” de nuestra
ayuda y misericordia no es difícil de entender. Nuestro sentido cristiano se
inclina a ayudarles de muchas maneras, aunque en algunas
ocasiones no acertemos en el modo.
Lo que es mucho más difícil es aceptar o
comprender que los pobres son “sujeto” de salvación para ellos y
para nosotros. Dios, que es el que salva, se sitúa allí donde a un
ser humano concreto o a una colectividad se le están negando los Derechos
Humanos.
En este esfuerzo que hago por comprender
el pensamiento del teólogo y mártir de El Salvador Ignacio Ellacuria, copio
algunos de sus escritos.
“La Iglesia tiene una vocación universal
de salvación, pero su lugar más propio es el mundo de los
pobres. No es que sean necesario los pobres para que exista la
Iglesia, sino que no puede ser santa sino desde el lugar de los pobres. Ellos
son lugar de presencia de Jesús salvador…”
Para algunos resulta escandaloso el
proponer a los necesitados y oprimidos como la salvación histórica del
mundo. Resulta escandaloso a muchos creyentes, que ya no creen ver
nada llamativo en el anuncio de que la muerte de Jesús trajo la vida al mundo,
pero que no pueden aceptar teóricamente, y menos aun prácticamente, que
esa muerte que da vida pase precisamente por
los oprimidos de la Humanidad. Y esto resulta asimismo
escandaloso a quienes buscan la liberación histórica de la humanidad. Es fácil
ver a los oprimidos y necesitados como aquellos que requieren ser salvados y
liberados, pero no lo es verlos como salvadores y liberadores”.
Invito a leer estas palabras
de Ellacuria varias veces y con un corazón abierto. Demasiado estamos
acostumbrados a darle al término pobre un sentido de falta total de
valía y ahora se nos hace casi imposible el aceptar que la plenitud está en
ellos, porque en ellos está Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario