Celebramos el lunes la fiesta de María de Nazaret, en la advocación de Virgen de Caacupé, Patrona del Paraguay.
Una mujer buena, sencilla, trabajadora, valiente, como ha habido millones
de mujeres en el mundo. Pero con algo
muy especial y único: su hijo fue Jesús de Nazaret. Al que confesamos como el
Hijo de Dios.
Los cristianos lo somos porque ponemos en el centro de nuestra vida a Jesús de Nazaret.
Y Jesús recibió la misión de Dios de decirnos a todos y de luchar con
entusiasmo para que Ud. y yo, y
todos los seres humanos, fuéramos humanamente felices en la tierra.
Ser feliz comienza con tener salud para tener vida. Luego tener con qué
alimentarnos. Poseer un terreno para tener una casa. Recibir una educación que
nos habilite para tener un trabajo digno. Poder expresarnos con libertad. Tener
una familia. Y en esos bienes,
descubrir que Dios es nuestro padre-madre que nos quiere inmensamente.
Y esta es la plenitud de nuestra vida
que nos propone el hijo de María de Nazaret, nuestra Virgen de Caacupé.
Pero, ¿se cumple todo eso en nosotros,
paraguayos y paraguayas?
Desgraciadamente, no.
Hay hambre. Los campesinos y los
indígenas no tienen tierra. Faltan medicamentos.
La educación no nos sirve para crecer y encontrar trabajo. Las autoridades nos
compran como ganado en las elecciones.
¿Y, qué nos ha ocurrido en las
inundaciones? Si no nos hubiéramos ayudado nosotros a nosotros mismos, las
autoridades nos olvidaron.
Reflexionemos, un momento.
Llamamos madre a la Virgen de Caacupé.
Somos hermanos de su hijo nuestro Señor Jesucristo. Y María de Nazaret y su
hijo Jesús, nos animan a luchar por un Paraguay más humano, porque Dios lo quiere.
Este es el recuerdo de este 8 de
diciembre para el 2015. Si somos cristianos unámonos como Pueblo y
luchemos juntos, para la felicidad que Dios quiere en que vivamos todos. IKATU.
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