Exteriormente esto no parece ser verdad.
Me impresionó hace varios años la razón
que daban los pescadores del río Paraguay para atrasar hasta después
del 25 de diciembre la veda de pescar en el río.
“¡Queremos darle de comer a nuestros hijos en Navidad!”. Sin pescar
ese día, poca comida habría en el día de Navidad, la familia se reúne y por
una noche, todos se entienden. Hay lazos de sangre, de vida juntos, de un
origen común, pero solamente esta noche, y la del Año Nuevo, lo mostramos.
La misa de Navidad suele
atraer a algunas más personas que el resto del año viven al
margen de toda manifestación religiosa. Esto ocurre también en la fiesta del
Patrono o en el bautizo del hijo. Luego, pocas manifestaciones explícitas de la
fe. ¿Por qué? ¿Nuestra Fe es firme?
A nivel social, en la Navidad somos
solidarios. A nivel de la familia la cena en común es una tradición. A nivel
religioso, algo se mueve dentro de nosotros el 24 y 25.
Pero, ¿el resto del año?
Todos los días son Navidad y esta Fiesta
debe ser solamente la explicitación de una vivencia religiosa
que vivimos y que con la vida debe de ir creciendo dentro y fuera de
nosotros.
Y este es precisamente el problema que
se nos presenta a los que seguimos el camino de Jesús.
Le daremos respuesta si Jesús es el
centro y a Él lo encontraremos en sus palabras de los evangelios. Estos tienen
que ser leídos comunitariamente pero de modo que nos interroguen
como personas concretas. Hay que multiplicar las comunidades
pequeñas donde esta se realice periódicamente.
A Jesús también lo encontraremos en esa
oración sacramental que es la eucaristía.
Y a Jesús lo imitamos en
nuestro compromiso con los empobrecidos.
Con estas tres fuentes conseguiremos que
todos los días del año sean Navidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario