Comenzó en el Senado. Luego, el Consejo
de la Magistratura,
se lavó las manos. Ahora le toca a la Cámara de
Diputados.
Se acusa a la Corte Suprema por su voluntad de inamovilidad. Para el espíritu d e nuestra Constitución, después
de 35 años de dictadura, toda inamovilidad significa repetición del peligro
de dictadura. Lo de “Dictadura nunca
más” es algo indiscutible.
La ciudadanía organizada repudiando a
los siete miembros de la
Suprema Corte y en forma de juicio político ciudadano los ha
condenado. Ahora le toca a Diputados el corroborar la decisión del Senado cesándolos o
atrasando la decisión para dentro d e un año, cuando
hayan fenecido sus mandatos como parlamentarios.
El problema de fondo es la corrupción
reinante en la Justicia
del Paraguay a todos sus niveles. Por ella no ha pasado el fin de la dictadura
en el año 1989. Tampoco lo que significó
el derrocamiento de la ANR
y los deseos de Cambio en el Pueblo con las elecciones del 2.008.
Esta corrupción tiene que cesar con la
desaparición de muchos funcionarios que se aprovechan de las necesidades de los
ciudadanos, que solicitan sus servicios. La impunidad en las coimas es una realidad cotidiana, salvo honrosas
excepciones.
Pero, esta corrupción tiene que
desaparecer mucho más en la cabeza d e la Justicia. La Corte Suprema conoce a
jueces prevaricadores, está enterada de la venta de sentencias, sabe de la morosidad. Y nada
hizo.
Por eso nos unimos al ayuno de 24 horas
que comenzó ayer miércoles por un grupo de abogados y otros ciudadanos a las 18,00 horas. Están en la
Plaza delante de la Cámara de Diputados. Es un
modo de influir en la sesión de hoy jueves en Diputados a las 9 de la mañana.
Todos estamos invitados a condenar a los
siete de la Corte
Suprema con nuestra firma.
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