Gramsci habló en su tiempo de los intelectuales orgánicos.
Aquellos hombres de ciencia o de letras que merecían ser llamados intelectuales,
pero que sobre todo estaban en consonancia
con el Pueblo. Pensadores que ponían su
valer al servicio de los ciudadanos más
empobrecidos.
Con su permiso deseo
hoy emplear el término “orgánico”, pero refiriéndolo a los empresarios.
Y este deseo nace cuando tengo la suerte
de recorrer las tierras del Paraguay.
Extensiones que abarcan y llenan departamentos enteros en los que sólo se
ven vacas y soja. En ocasiones ya ni árboles en grandes extensiones.
Desiertos verdes de pastos o plantaciones. Allí entre los grandes productores o
campesinos productores se nota la falta
de empresarios que les dieran valor agregados a aquellas materias primas.
Y en medio de
desasosiego de ver esto pienso en los “polos de desarrollo “ que crearon otras naciones.
Estudiaron los productos agrícolas que más se daban y pensaron la manera de
darles un valor agregado con fábricas. A los comienzos serán dos, luego cuatro
fábricas. Más tarde con las de la
compañía vecina, ya eran nueve. Luego, muchas. Así comenzaron los negocios inclusivos con todo los servicios
que llevan consigo.
Desearía reunirme con
un grupo de empresarios “orgánicos” con sus “negocios inclusivos” para animarlos a crear los “polos de desarrollo industriales agrícolas.”.
Tres palabras claves que significan la verdadera
industrialización del Paraguay. Ellos
van a ganar. La única condición que pongo es que el trabajador agrícola d e esos
centros industriales ganen lo que manda la ley. Nada parecido a lo que
son las maquilas que explotan a sus
obreros , aprovechándose de la mano d e obra
barata.
¿Sueños d e un pobre
ciudadano que por amar al Paraguay, sueña demasiado?. Posiblemente. ¿Pero, no
habrá otros ciudadanos ricos que también sea soñadores y se animen a comenzar todo esto en un país eminentemente agrícola?.
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