Fueron las últimas
palabras del obrero Parson el año 1886 antes de ser ahorcado por defender la
jornada de ocho horas. Desde entonces estas palabras resuenan proféticamente. Y
este año 2012 son una denuncia en el
Paraguay.
Que se escuche la voz
del Pueblo, y esta voz es olvidada, sentenciada, burlada y robada por los
que dicen ser sus representantes en el
Poder.
El Pueblo quiere ya
y ya la Reforma Agraria Integral; quiere
los impuestos a la Renta personal y a la tierra y a la exportación de
soja; quiere justicia y que se purifique
la corrupción del Poder judicial desde la Corte Suprema; quiere que la plata de
Itaipú sea empleada con sentido social y no regalada a los operadores políticos;
quiere que todo obrero que trabaje ocho
horas gane el salario mínimo con IPR y jubilación; quiere un salud digna y una
educación de calidad; quiere autoridades que amen más al Paraguay que a sus bolsillos; quiere que
la libertad sindical exista y que no se prohíba a los trabajadores asociarse; quiere que desaparezca la discriminación en jueces y fiscales que envían
derecho al ladrón de gallinas a Tacumbú y al ladrón de millones a su casa o estancia,
etc… etc….
Pero, para que se
escuche la voz del Pueblo es necesario que el Pueblo hable y diga su palabra
sin miedo. Ya no tenemos dictadura que
nos obligue a estar en silencio y sin movernos como en un cementerio.
Sabemos que el Pueblo
va avanzando en conciencia y en palabra, pero estamos en un momento
difícil y decisivo y es necesario que
hable y se exprese y muestre su indignación públicamente y sea crítico sin
perder la autocrítica. Vemos cada día más militantes y , menos
militontos. Un militonto es el que habla mucho, pero hace poco o nada y además
es un corrupto.
Y hoy, más que nunca, hay que estar en medio de los
pobres luchando por ellos para que dejen de serlo de una vez.
En resumen: ha llegado la hora ya de jugárnoslo del todo por el Pueblo
del Paraguay.
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