La década de los
noventas fue de privatizaciones, de concentración de las riquezas y de influencia de las multinacionales. Se
incubaba la posibilidad de tratados con los EE.UU. como el Alca.
La década primera del
siglo XXI cambió el panorama. Los Foros Sociales, las movilizaciones en la sociedad organizada.
Gobiernos progresistas suben al poder: Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador,
Nicaragua, Paraguay, Uruguay. El Alca es rechazado. Nace Unasur. Se piensan el Gaseoducto del Sur, EL Banco del Sur. El
ALBA no acaba de afianzarse.
Y estamos en la
tercera década . Copio algunas frases muy
interesantes de Raul Zibechi, que merecen ser reflexionadas. “Todo indica que estamos al final de un
ciclo. Los partidos que asumen la administración del aparato estatal son
remodelados por el ejercicio d e esa función. Los movimientos, pasado el
tiempo, se convierten en organizaciones limando sus aristas más insumisas”.
Y sigue con aspectos
que no todos habrían pensando antes “Así
como la presencia del progresismo modifica aspecto del quehacer estatal, el
manejo de ese aparato modifica también a quien lo ocupa”. Y la razón es clara.
“El Estado existe para conservar, sobre todo al propio Estado. Por eso, si no
existen partidos o movimientos que hagan presión, el Estadio termina por
imponerse…
Los movimientos, por su parte,
han estabilizado sus equipos dirigentes, crearon sus grupos de personas
especializadas en dirigir más que en hacer, aparecieron jerarquías,
presupuestos para sostener dirigentes y oficinas bien equipadas”.
Y queda la incógnita preocupante:
puede ser que el progresismo esté entrando en una etapa de estancamiento.
Y el Pueblo, que esta
anterior década creció en , ¿va a aceptar este retroceso o va a
reaccionar?. Otra incógnita más fuerte
que la anterior: pueden venir tiempos duros de no aceptación de esta
pérdida y la respuesta también será dura,
y asumida por algunos golpistas que siempre sueñan en ella, de acudir a los
militares.
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