lunes, 24 de diciembre de 2012

¡QUÉ DICHOSO QUE ESTÁ EL SUELO, POR QUE HA CAIDO SOBRE EL!



En una poesía, que aprendí cuando niño,  decía así:  “Se le ha caído un clavel, hoy a la Aurora del cielo. ¡Qué  dichoso que está el suelo, porque ha caído sobre el!”.

El clavel es el niño Jesús, recién nacido. La Aurora del cielo, es Dios, el todopoderoso, el infinito, el creador de la tierra.  El suelo son los pobres. Suelo porque  es lo más humilde, más olvidado, más abandonado. Pero que, a partir de hoy, es lo más honroso porque Dios se vino a vivir en el.

“Los pobres no son ni mejores ni peores que las demás gentes de la tierra. La diferencia es que son pobres, o sea personas privadas, injusta  e involuntariamente, de los bienes necesarios para una vida digna. Por eso está Dios al lado de ellos. Por una cuestión de justicia. Dios jamás negociará los derechos de los pobres”.

Y hablando de todo esto, ¿qué ocurriría si se reunieran Efraín, Cartes, Mario, Lilian y Carrillo y juraran, sobre lo que cada uno tiene como más sagrado, que en las elecciones de abril del 2.013, sus partidos no iban a comprar ningún voto, no negociarían más a costa de los pobres?.

Primeramente, la ciudadanía se quedaría pasmada  y los candidatos presidenciables  saldrían corriendo y gritando a sus compañeros “¡De prisa, a buscarme razones para convencer a los votantes, que no tengo ningún plan fundamentado!”. Y puede ser que  a alguno le diera un infarto.

Enseguida como hongos se multiplicarían por doquier   reuniones, y más reuniones, en las que se debatirían los temas  que más interesan al Pueblo, y el Pueblo votaría con dignidad y sin venderse.

Si un marciano viniera al Paraguay estaría asustado. “¡Este no es el Pueblo pobre vendiendo votos que vi en las internas de los dos partidos!”.

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