Paradójicamente
a todo lo escrito esta semana (a nivel internacional el dilema “patio trasero o Patria Grande” y
nacionalmente la posibilidad en abril
del segundo golpe de estado), quiero afirmar que para muchos de nosotros, entre
los que tengo la suerte de encontrarme, este año 2.013 es un año de Esperanza.
Permítanme
que, como sacerdote jesuita, comience
apoyando mi razón de tener mucha esperanza este año.
La prioridad de mi identidad es luchar por la
“promoción de la Justicia y el servicio de la Fe”. No concebidas como dos cosas
distintas, una primero o detrás de la otra. Sino como una misma prioridad que
exige a ambas que se vivan intensamente en el mundo moderno en el estamos.
Y
si Esperanza es estar seguros de alcanzar lo que aun no tenemos y el que vivir
la Fe en obras de Justicia ciertamente entra en los planes de Dios ( de lo cual
no tengo ninguna duda), Uds. figúrense la dimensión de mi Esperanza en un país
donde la Justicia no existe mayoritariamente.
Insisto
en la Esperanza, porque cuando fríamente y con dureza he hablado sobre las dificultades que tenemos,
alguno me ha dicho que al hablar así no tengo esperanza. “Amigo,( el que me
decía esto era un político), si yo no tuviera esperanza y grande, ni me atrevería a hablarte así del Paraguay y de luchar por el, dado el pésimo estado en que Uds. lo han puesto”.
Por
eso le propongo algo mejor. Cada día del año a las 11,30 estoy en radio Fe y
Alegría 1.300 AM. ¿Se anima Ud. a llamarme al 37 47 47 y me da el lunes 7 a esa hora las razones que Ud. tiene
para para ser un hombre o una mujer de
esperanza?.
Espero
su llamada.
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