Apareció
fugazmente en la TV hace una semana en la misa de la Fiesta de Caacupe. Quizás
por su contenido no se mostró más y no todos lo vieron. Lo cual
no nos extraña por el cerco mediático a que estamos sometidos.
Cada
letra estaba en un papel grande y a cada
una la sostenía una persona. Decía: “¿Qué pasó en Curuguaty?”.
Es
la pregunta que todos los días nos
hacemos más y más ciudadanos. Desde el ministerio público no conocemos la
acusación y ya han pasado seis meses. Curiosamente el ejecutivo
ya tiene clara la condena y a lo contrario lo tacha de
“solemne disparate”.
Pero,
el Pueblo sigue acumulando interrogantes. En 1º de diciembre presentaba en uno
de los artículos trece de ellas. Y, detrás de todas, cada vez toma
más fuerza la presunción de que de las
17 muertes en Curuguaty, exceptuando, dos que aparecen presumiblemente como
ejecuciones extra judiciales, las otras (de campesinos y policías) fueron
presumiblemente causadas por armas
automáticas manejadas por sicarios , aunque misteriosamente hayan desaparecido
los casquillos y guarden silencio sobre
las balas encontradas en las auptosias.
¿Será
posible tanta maldad de crear una masacre con 17 asesinados por el sólo
objetivo de crear una acusación para el juicio político?. Es
horrible y me cuesta trabajo creerlo, pero hacia ello me llevan las evidencias
que se van encontrando.
¿Será
posible que los autores morales estén
entre algunos políticos que buscan el
rekutu para con los fueros librarse de la condena?. Todos sabemos que pasados
los años en un caso de trampa electoral (no sangriento), un político se gloriaba de haberlo cometido. Esto es peor, ¿es
posible?.
Hoy
se cumplen seis meses de las 17 muertes de Curuguaty. Si fueran inocentes los
12 presos por esta causa ¿bastará con dejarlos libres?. La Justicia exige
más: los verdaderos culpables a la
cárcel.
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