Ciertamente hay muchas
maneras. Una, al alcance de todos, es rezar por él.
Esta unión de
oraciones pidiendo a Dios luz
y fuerza para una persona que ocupa un lugar de mucha influencia, que quiere
humanizar la vida de
todos comenzando por los más empobrecidos, y que está encontrando por ello cada
día más contradicción, bien merece que se la demos.
Otro modo sería el
estar informados al día del contenido de
sus intervenciones públicas. Por Internet no es difícil enterarse de
ellas.
Existe otra manera de
ayudar al papa Francisco, que es bien interesante.
Se trata de que los
cristianos católicos nos reunamos en grupos, las pequeñas comunidades de la
Iglesia primitiva, y que con mucha Fe y
en clima de oración con la Palabra de Dios, ayudados también por lo que
el papa Francisco va diciendo, analicemos el estado religioso de nuestra
parroquia y de nuestra diócesis.
¿Damos el testimonio
de ser una Iglesia dinámica, rebosante del entusiasmo de la Fe y con abundantes
obras de amor y
solidaridad?
Además de la caridad
y con un mayor sentido social tenemos que buscar mejorar las condiciones de
vida de nuestros hermanos todos, comenzando por los más necesitados.
¿Llegamos a preocuparnos por el
alcance político al servicio de todos que tienen o no tienen nuestras
autoridades elegidas?
¿Nos limitamos a la
misa y sacramentos o estamos abiertos a toda
actividad solidaria que luche por
un mundo más justo?
¿Estamos contentos
con el modo de actuar de nuestros Pastores en la Iglesia?
¿En nuestra parroquia
o diócesis, como cristianos estamos unidos, se fomenta esta unión de corazones
y de obras, o somos meros asistentes individuales a nuestras eucaristías?
Con el papa Francisco
estamos viviendo un comienzo de renovación de la comunidad cristiana
católica. A él le toca desde la
estructura eclesial. A nosotros desde las bases de las comunidades cristianas.
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