lunes, 1 de junio de 2015

DESOBEDIENCIA CIVIL



                           
El respeto a las leyes es algo en lo que hay que insistir mucho en el Paraguay. Tenemos leyes, pero no las cumplimos. Lo cual ataca fuerte al estado de Derecho del que nos habla la Constitución.
 Y este incumplimiento es algo que está  no solamente en el ambiente general sino que,  con mayor culpa, existe en las autoridades que tenemos.
 Es una contradicción tremenda que los elegidos por el pueblo para dar leyes sean los que más frecuentemente se las saltan. Inclusive, haciéndolos quedan impunes por aquello de los fueros y por aquel desgraciado dicho expresado en alguna ocasión por ellos “Es un chancho, pero es un chancho de  nuestro corral”. Impunidad asegurada.
Sin  embargo, en una democracia formal como la nuestra, también hay que hablar de la activa desobediencia  civil.
La desobediencia  civil es un mecanismo de protesta social que se caracteriza por la negación de ciertos contenidos de la legalidad. Más claro: todo acto de desobediencia civil es un acto de desobediencia a una ley. Pero, atentos, no todo acto de desobediencia a la ley es un acto de desobediencia civil.
Condiciones para que un acto de desobediencia  la ley sea un acto de desobediencia civil: que sea un acto de desobediencia    público,  no violento, consciente, realizados con la intención de frustrar leyes -al menos una-  para promover un cambio  social que no se puede lograr de otra manera.
La desobediencia civil es directa cuando consiste en la violación de una norma jurídica que en sí  misma es considerada injusta. Es indirecta cuando se desobedecen leyes en sí mismas válidas, como la de tránsito, para protestar y plantear el propio caso, cuando no hay otro medio de objetar los programas del gobierno directamente.
Muchas de nuestras manifestaciones incluyen este tema de la desobediencia civil. Sería interesante        que tanto los protagonistas como el gobierno conocieran este  bien tema.



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