La naturaleza y los
seres humanos siempre hemos estado relacionados. Sin embargo el Papa Francisco, en su Carta
“Loato si” en el nº 106, distingue como dos modos en este relacionamiento.
En uno, se trata
“de recibir lo que la naturaleza
de suyo permite, como tendiendo la mano” para nosotros recibirlo.
En cambio el
otro trata “de extraer todo lo posible de la naturaleza por la imposición de la
mano humana, que tiende a ignorar y olvidar la realidad misma de lo que tiene
delante.”
Y concluye
Francisco, sacando las consecuencias: “Por eso, el ser humano y las cosas han
dejado de tenderse amigablemente la mano para pasar a estar enfrentados.
Es el presupuesto
falso de que «existe una cantidad ilimitada de energía y de recursos
utilizables, que su regeneración inmediata es posible y que los efectos
negativos de las manipulaciones de la naturaleza pueden ser fácilmente
absorbidos”
Por eso, decimos
entonces que “está ante todo la tendencia, no siempre consciente, a constituir
la metodología y los objetivos de la tecnociencia en un paradigma de
comprensión que condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la
sociedad.”
Y el Papa saca
las consecuencias: la degradación del ambiente, y el condicionamiento de los
estilos de vida orientando las posibilidades sociales en la línea de los
intereses de determinados grupos de poder.
“Se volvió
contracultural elegir un estilo de vida con objetivos que puedan ser al menos
en parte independientes de la técnica, de sus costos y de su poder. De hecho,
la técnica tiene una inclinación a buscar que nada quede fuera de su férrea
lógica, y el hombre que posee la técnica sabe que, en el fondo, esta no se
dirige ni a la utilidad ni al bienestar, sino al dominio; al dominio, en el
sentido más extremo de la palabra”.
Por la técnica
enfrentamos a la naturaleza.
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