lunes, 8 de junio de 2015

LA ESPERANZA SÓLO LA TIENEN LOS QUE CAMINAN




Soy un poco comunicador y aunque mi fe en Jesús creo que  es  sincera, no llego a teólogo. Aprendo de ellos. Por eso, permítanme que acuda de nuevo a  ese gran teólogo que es José Antonio Pagola.
Ciertamente,  hoy,  el cristianismo pareciera que ha perdido fuerza. No parece tener el dinamismo atractivo del Islam. Desgraciadamente el crecimiento en número  de fieles de algunas Iglesias cristianas no se revela en una influencia en la vida y en la vida real de los pobres del mundo.
“Crece el deseo de algo  nuevo y diferente, pero también la impotencia para generar una verdadera renovación”.
El  evangelista Mateo nos recuerda  aquellas palabras de Jesús “Yo  estaré con Uds. todos los días hasta el fin del   mundo”. Y Marcos termina diciendo “los  apóstoles proclamaban la Buena Noticia de Jesús por todas partes y el Señor actuaba con ellos”.
Escribo  todo esto consciente de que estamos retrasados, como cansados, con muchos fallos, en ocasiones dormidos o perdidos, pero con una gran  esperanza en el Señor Jesús que nos acompaña, en que queremos seguirle y en el poder interno del ser humano para salir de los pozos históricos en el que en ocasiones ha caído.
Por eso, hemos de  purificar  nuestras vidas haciendo crecer la esperanza.
 “Cuando nos dejamos dominar por el desencanto, el pesimismo, la resignación, nos incapacitamos para transformar la vida y renovar la Iglesia. El  filósofo norteamericano Hebert Marcuse decía que “la esperanza sólo se la merecen los que caminan”.  Yo diría que la esperanza cristiana sólo la conocen los que caminan tras los pasos de Jesús. Son ellos los quienes pueden “proclamar el evangelio de Jesús a toda la creación”.
Muchos domingos  me he encontrado en algunas capillas del  Bañado Sur a la hora de misa completamente solo o con una persona. Pero, no perdimos la esperanza. Seguimos caminando.

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