Me ha llegado copia de una carta al Papa
Francisco, escrito en unas hojas de cuaderno a mano por las Organizaciones
campesinas y sociales del Departamento de Cordillera.
Después del encabezado y quienes la escriben, le
expresan lo que sigue.
“Nosotros sabemos que Ud. conoce el Paraguay y conoce
su historia, una historia trágica y heroica. Recuerda las batallas
de Piribebuy, Acosta Ñu y Cerro Corá.
Somos un Pueblo que trabaja y quiere progresar.
Tenemos riquezas en abundancia. Pero, vivimos en la pobreza.
Somos víctimas de cruel explotación. Nos roban
lo que es nuestro. Unos pocos se apropian de todo y nos dejan casi nada.
Monseñor Bergoglio, Ud. sabe que esto no debiera de
ser así. Queremos que Ud. quiera decir y decidir con nosotros que esto no va a
seguir así.
Nosotros luchamos por nuestra dignidad para
volver a ser como ya fuimos, un Pueblo unido, libre y dueño de su territorio y
de sus riquezas. Creemos que Ud. Quiere ayudar a este propósito.
Le agradecemos su visita. Es Ud. bienvenido a nuestra
Patria.
Le deseamos bendiciones del Todo Poderoso, que
le dé larga vida y salud.
Y no olvidando que este Pueblo ha renacido de sus
cenizas gracias al formidable valor y esfuerza de la mujer paraguaya, a la que
Ud. tanto admira. Amén.”
La mejor carta de las muchas que hemos
leído. Breve, llena de verdad y uniendo la visita del Papa Francisco para
que, sobre todo este mal que les ocurre a los campesinos, “Ud. quiera
decir y decidir con nosotros que esto no va a seguir así”. Hermosa
fórmula de unidad de fuerzas y con gran respeto para ambas
partes.
Después de leerla me convenzo de la necesidad de
que en esta visita del Papa, éste se hubiera reunido a conversar con un nutrido
grupo de campesinos. Hubiera sido lo más fructífero de esta visita.
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