Desde hace siete meses hemos tenido hemos tenido
suficiente causas para que el Pueblo participara masivamente en lo que va
sucediendo en el Paraguay.
Curuguaty, el golpe
parlamentario Express, Río Tinto Alcan, la entrada de los transgénicos con la soja y el maiz, las cuatro huelgas de hambre hasta
las últimas consecuencias, los presos políticos de Coronel Oviedo, los miles de
millones de guaraníes para los operadores políticos, podían haber reunido en
nuestras calles a 30 o 40 mil
manifestantes.
Sin embargo, no fue
así. La ciudadanía participó , pero en pocos miles. Y conste que han sido
muchos los miles de paraguayos y paraguayas que con sus expresiones orales han
reprobado tolo lo anteriormente
dicho. Pareciera que faltó una “chispa”
para que el Pueblo se impusiera con grandes expresiones colectivas, pero no se
dieron.
Algunos lo achacan al
“conformismo” existente. El famoso
“aguante” que deja para mañana el rebelarse contra lo que nos oprime.
Para otros es la
simple “alienación”. No se conoce el por qué profundo de lo que nos sucede. Y
al faltar esto no se conmueve lo más profundo de nuestro ser.
Pero, existe una
causa que cada día influye más y más: el “fatalismo”. El “necesariamente tiene
que suceder así”. Y se aducen como pruebas razones engañosas que algunos se las
creen. “Siempre fue así. Somos un Pueblo
marcado por la desgracia”. Es que somos inferiores”. Actitudes horribles que
hemos dicho o escuchado muchas veces y que , ahora, los medios de comunicación nos
las inculcan diariamente, apenas amanece
el día.
Las portadas de los
diarios con su negatividad en todo. Los noticieros de la TV, verdaderas crónicas
sensacionalistas policíacas. Y todas estas cosas los que tienen el poder
económico o político nos las proponen como temas de conversación para la
jornada. De este modo, nosotros mismos
reproducimos la visión fatalista del Paraguay.
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