Cuando estuve siete años en
Nicaragua, me tocó seguir de cerca la guerra civil que había
en El Salvador.
El
Salvador un pequeña república, del tamaño de nuestro Departamento del
Guairá, pero con tantos habitantes como el Paraguay. Acumulación de personas
sin trabajo y lo que es peor, acumulación de la riqueza en “14 familias” dueñas
del país.
Una guerra civil que costó 70.000
muertos y otros tantos desaparecidos y
que pudo haber ganado el Pueblo organizado como estaba. Pero los Estados Unidos
equilibró las fuerzas con continua ayuda militar a las “14 familias”. El tratado
de paz se firmó en Chapultepec.
Se lograron cambios muy buenos
(desaparición de los cuerpos represivos, disminución del ejército, creación de una nueva policía
civil, la conversión del ejército guerrillero en un partido político, que ganó
las elecciones el año 2.009).
Sin embargo, no se solucionó la
causa principal: la mala distribución de la riqueza. Por lo tanto
siguen la falta de empleo, de vivienda, de salud, de seguridad, etc…
Utilizo el resumen del salvadoreño
Rudis Yilmar Flores:“Las medidas antidemocráticas de los cuatro últimos
gobiernos 1989-2009, aumentaron la brecha entre ricos y pobres”.
La causa fue las muchas privatizaciones
de todo género. Desde los hoteles, puertos y aeropuertos, hasta el agua y la
salud pasando por la energía, telecomunicaciones y la dolarización para beneficio de las
transnacionales.
Yilmar Flores insiste, “Existe una
deuda histórica con el Pueblo salvadoreño. Aun cuando ahora la izquierda desde
el 2.009 esté gobernando hay que romper
los viejos esquemas de dominación y explotación, que hoy siguen vigentes y que se niega a aceptar que el mundo
salvadoreño cambió”.
El Salvador en los últimos años
parece haber perdido acuerdos del Tratado de Paz. Cambiaron algunos que eran
importantes en las instituciones del gobierno, pero no resolvieron el
principal: la exclusión social de la mayoría.
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