Pareciera que Dios ya no
interesara. Tal vez, por haber metido al Dios de Jesús en el mundo de las
religiones, que a muchos aburre o
rechazan.
Al ser estas expresiones de creencias
vividas por seres humanos organizados, con sus valores y sus fallos,
muchas personas fijándose exclusivamente
en ellos, dejaron a Dios de lado.
Hoy me
atrevo a presentar, con expresiones sencillas,
un tema profundo del filósofo Xavier Zubiri.
Para Zubiri Dios tiene que ser tratado
como el primer problema y no como uno
más de los muchos que encontramos.
Dios es para nosotros un
problema que tiene relación directa con
el fundamento del ser humano en su hacerse persona.
Por eso, también, la respuesta que solemos dar de aceptarlo o
negarlo, de ser creyente, agnóstico o ateo, no es radical.
En nombre de la radicalidad, lo que
está en juego no es si acepto que Dios exista o no, sino de la relación directa que tendría con el ser
humano en su hacerse persona.
Para responderlo Zubiri
insiste en el camino de la
“experiencia”. Y esta experiencia de
Dios se realiza en la experiencia más radical. “Dios es
trascendente en las cosas no a las cosas”. En este sentido, el ser humano es
experiencia de Dios, lo que significa que Dios no es algo externo a lo que ha
de llegar, sino que lo descubrimos en el
núcleo fundamental del ser viviente.
Recordando la religión hindú,
existe en ella una frase que va en este sentido. “Yo no soy dos (la divinidad y
yo), pero tampoco soy uno (panteísmo)”. Como escribió Zubiri: “Dios es trascendente en
las cosas”. Antes lo había escrito San Agustín: Dios es lo más íntimo de lo más
íntimo que yo tengo.
Sólo he pretendido sugerirle con
estas líneas que no pase
superficialmente sobre el tema Dios. Hay mucho que reflexionar en el.
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