Cuando
se analiza la situación del Paraguay, siempre llegamos a la misma conclusión.
“Somos un país rico, pero la riqueza está mal distribuida”.
¿Qué
significa que la riqueza fuera bien distribuida?
Si somos
un país eminentemente agrícola, la primera la riqueza que hay que distribuir es
la de la tierra. Lo cual no
significa “repartirla” simplemente. Es ponerla al alcance de los que la
necesitan pero con todo aquello que haga posible que sea efectiva esa
distribución.
La
tierra hay que sacarla de las malhabidas, de la derecheras que se apropiaron
algunos, de la cantidad demasiada que algunos tengan de tierra. También hay que
comprarlas.
Aquí la Constitución se tiene que mejorar. Estas tierras no se han
de comprar al precio del mercado (como picadamente quieren algunos) sino al
precio que sus dueños las declararon, para pagar menos impuestos.
De
cualquier modo, se ha de acabar aquello de que ahora el 2% de personas tengan
el 80% de las tierras en el Paraguay.
Otro
punto esencial, para la real y efectiva distribución de la riqueza, es todo lo referente a los impuestos justos
que deberíamos de tener y no tenemos. Propiamente el Paraguay basa su gestión impositiva en el impuesto más injusto
que es el IVA.
Hay que
aprobar nuevos impuestos. El impuesto a la Renta Personal
(IRP) ya existe, pero es irrisorio. El impuesto a la tierra es más que
irrisorio y hay que aumentarlo de
acuerdo a criterios sociales.
Los
impuestos a la exportación de carne y soja son vergonzosos, teniendo en cuenta
los millones de dólares que cada año ganan. Son las entradas mayores para el
Paraguay, pero las cobran unos pocos y sin pagar casi impuestos. En este punto,
estos impuestos a la exportación deben de subirse a la altura de los países vecinos.
Sobre
estos temas, ¿qué tiene ya pensado el
próximo gobierno?
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