Recordando a San
Francisco de Asís, una de las primeras cosas que dijo el nuevo papa fue: “¡Cómo
me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!“.
Curiosamente, si
viviera entre nosotros ahora Francisco
de Así, nos diría que eso es lo que él quería y no pudo lograr. Vivió en
tiempos de la Cristiandad.
Entonces la institución Iglesia era uno de los más grandes poderes.
Francisco tuvo que
contentarse en formar un grupo de hombres y de mujeres con el ideal de vivir
“con” y “como” los pobres. Y, por cierto que tuvo tanto éxito que en menos de veinte años había 5.000
seguidores.
Dejo ahora que hable
de este tema una persona a la que estimo mucho y que desde
hace mucho tiempo vive este espíritu
franciscano, Leonardo Boff.
“Francisco hizo mucho
con los pobres, los tenía presente y todo lo que podía estaba con ellos. Pero,
todavía hizo más: vivió como los pobres. Asumió su vida, sus costumbres,
limpiaba sus heridas y comía con ellos.
Se hizo pobre entre los pobres. Y si encontraba a alguien más pobre que
él, le daba parte de su ropa para ser realmente el más pobre entre los pobres”.
“Francisco en este
contexto de pobreza extrema dio valor a la fraternidad. La pobreza de cada uno
era un reto para el otro, para cuidar de el y proporcionarle, mediante la
limosna o el trabajo, todo lo necesario.
Para los que vivían totalmente desprotegidos, la fraternidad significaba
efectivamente todo”.
Concluye Leonardo
Boff: “Muchas lecciones podrían sacarse de esta aventura espiritual. Quedémonos con una: para Francisco las
relaciones humanas deben de construirse siempre a partir de los que no tienen nada y no tienen por eso la
visión de los poderosos. Sólo una fraternidad que viene desde abajo y desde ahí
engloba a todos los demás, es verdaderamente humana y tiene sostenibilidad”.
El poder del dinero lo contamina todo, hasta al mensaje evangélico. Gracias a que el Espíritu zarandea de vez en cuando la vida de fe con figuras como Francisco de Asís, Teresa de Calcuta y ahora el Papa Francisco.
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