Los doce presos
políticos de Marina Kue (Curuguaty) siguen
estando presentes en el imaginario colectivo
del Paraguay.
Las últimas palabras
del fiscal Jalil Rachid, confesando que
su prioridad era saber quienes habían matado a los policías, añadiendo poco
después que él no podía acusar a ninguno en concreto de los campesinos, porque no
tenía pruebas y que “acusar a Rubén
Villalba de haber matado al oficial Ever
Lovera “sería una burrada, son un argumento a favor de los presos.
Muchos ciudadanos
discutimos esa “su” prioridad. ¿Por qué solamente investigar la muerte de los policías
y no de los campesinos? Hay testigos que dicen haber visto a policías rematando
a campesinos gravemente heridos. ¿No aparecieron al día siguiente dos
campesinos muertos con heridas en todo el cuerpo y además con dos tiros en la
cabeza de arriba para abajo, como de quien está herido en el suelo y alguien lo
remata y le da el tiro de gracia?
Además, la policía
torturó a varios de los presos, entre ellos a un adolescente,
luego liberado por inocencia. ¿Por qué
éste no investigó esos hechos que va contra la Constitución
paraguaya y la Declaración Universal
de los derechos Humanos?
En la segunda parte
de su declaración, Jalil Rachid confiesa no tener pruebas ni siquiera contra Rubén Villalba al que
antes había acusando especialmente. Si
no tiene prueba ¿por qué todavía los mantiene presos y no los deja ya en
libertad?
Sinceramente, no comprendo
la actitud de este fiscal, a menos que
reciba órdenes firmes “de arriba”.
Tampoco comprendo que con estas
características sea nada menos que profesor
de
Derecho Agrario en la Universidad
Católica de Asunción quien tanto discrimina al
campesinado? ¿Qué estará pensando, desde el cielo, ese gran profesor, por
muchos años en la UCA, de Ética del Derecho que fue
el P. Juan
de la Vega s.j.?
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