Alguna persona me ha
urgido que me dedique a la Iglesia y deje la Política,
con mayúsculas.
Vamos a reflexionar.
Primero, que más
importante que la Iglesia
es el Reino de Dios.
Porque la Iglesia es como el medio, (cristianos unidos) para hacer realidad el Reino de Dios.
Y el Reino de Dios es
cómo Dios quiere que seamos: felices, con medios materiales, alimentarios, educacionales,
saludables y laborales.
Con otras palabras:
“Para Jesús, una Humanidad comprometida en alimentar a los hambrientos, vestir a los
desnudos, acoger a los emigrantes,
atender a los enfermos… es el mejor reflejo del corazón de Dios y la
realización de su Reino”.
Y los cantos, el
culto y las celebraciones y demás actividades exclusivamente religiosas como retiros etc... Son actividades necesarias, pero al servicio del
Reino.
Recordemos ahora
aquella historia. Vino un hambriento y le dí un pescado. Volvió al día
siguiente y el otro y el otro…Y noté que se me hizo dependiente.
Por eso le
enseñé a pescar. Así él mismo se podía
buscar cada día su comida.
Pero, cuando fue a
pescar al lago se encontró con un feroz
cartel “Propiedad privada, prohibido el paso”.
Es formidable dar de
comer al hambriento. Mejor y más digno (salvo en caso de emergencia) es enseñarle un oficio para que trabaje.
Pero, si las leyes no son justas ni se
cumplen, ni yo podré alimentarlo todos los días ni aprenderá ni conseguirá trabajo.
Para eso es
necesaria la Política,
para que con Justicia e Igualdad todos
tengamos las mismas condiciones favorables para vivir como Dios lo quiere.
Como cristiano me
enseñaron a dar de comer al hambriento y enseñar al que no sabe. Pero, el que las leyes
sean justas y se cumplan para todos, Política, tardé un poco en comprenderlo.
Era como una asignatura que lentamente fui
aprendiendo.
Estoy con usted. El Reino de Dios está en las Bienaventuranzas y en el encuentro con el Padre no nos preguntará otra cosa sino que dimos de comer, de beber, si visitamos al preso, si ayudamos al huérfano y a la viuda... nos examinará del amor.
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