En los países ricos no se lucha ahora por
desmantelar el sistema en el que vivían, sino por mantenerlo. Están en una
lucha defensiva.
Defienden el estado
del bienestar. El trabajo asegurado.
Ahora la crisis de la
vida les está haciendo vivir con
menos, y agruparse otra vez en la
familia, de la que una vez se fueron,
para mutuamente ayudarse y
sobrevivir.
Repetimos: están en
una lucha a la defensiva, una defensa que no es tan poderosa como el ataque,
porque le falta el esfuerzo de conquistar lo que no se tiene. Ahora tratan de
mantener lo que les va quedando, para que cada día no sea menos.
¿Y en el Paraguay?. ¿Estamos en una lucha de defensa o
de ataque?.
Me parece que,
abiertamente, ni lo uno ni lo otro.
Los pocos que tienen
mucho, sojeros y ganaderos y las mafias
de toda clase y los pocos empresarios de verdad que tenemos, como que cada día gozan de más ayuda del sistema económico y
político, con leyes favorables (pocos
impuestos, flexibilidad laboral).
Se asustaron con el
gobierno de Fernando Lugo por
sus pequeños avances sociales en las
clases más empobrecidas. Pero, pronto lo quitaron de en medio con el golpe parlamentario. Antes habían parado las invasiones de tierras con la masacre de
Curuguaty. Por todo esto, quieren seguir como están.
Los muchos que tienen poco (más de dos millones y medio
de paraguayos), tampoco han pasado al ataque. Estamos como despertado de una
larga siesta.
Aunque cada día más
vamos abriendo los ojos, queriendo alcanzar lo que nos falta (salud, educación,
justicia, reforma agraria, seguridad y sobre todo trabajo).
Es curioso, la mayoría
del Primer Mundo lucha por volver al pasado. En el Tercer Mundo por conquistar lo que no tienen del futuro.
Nosotros parece que
estamos indecisos, aunque vamos despertando desde abajo.
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