Todos estamos invitados
a entrar en el Reino de Dios, pero no todos vamos a entrar de la misma manera.
Esto significa que los
primeros que entren serán los pobres. Y
la razón es única: son los que más sufren,
son los más discriminados y los
que más carecen de lo esencial para vivir. Por eso son los privilegiados
de Dios.
Y es urgente que los
pobres dejen de ser pobres porque su pobreza rompe los deseos de un Dios que
quiere que todo seamos felices.
El hacer todo esto es la tarea principal de los seguidores de
Jesús, y hablando con más amplitud es la
misión también de todos los que luchamos por un mundo más humano.
Por todo esto
tenemos la necesidad de examinar y
cambiar la manera de hacer la política los políticos y nosotros, como ciudadanos, el modo de participar en ella.
El cambio en los
políticos tiene que ser total. Está tan desprestigiada esta clase social que
habría que recrearla desde cero. Porque su fin ya no es servir al Pueblo como
sus representantes, sino acaparar todas las riquezas posibles. La ética ha
desaparecido en una gran mayoría de ellos. Su nivel profesional es más que
bajo, salvo honrosas excepciones.
En cuanto a los
ciudadanos la elección tiene que ser eligiendo al que más vale y no vendiendo
su voto y luego insistiendo con la
participación para que sea fiel a su
juramento.
Si Dios ama a los pobres con preferencia, ¿cómo los no pobres
podemos acceder a esta preferencia?.
La respuesta es
sencilla, pero difícil. Comprometámonos
con los pobres y su causa, para que dejen de ser pobres. Entonces
participaremos con ellos de la Primera Bienaventuranza.
Hay que disminuir ese
abismo que existe entre unos pocos paraguayos super ricos y una mayoría que
está dentro o cerca de la mayor pobreza.
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