Ha pasado ya un mes y
vamos poniendo en orden las piezas rotas
del sueño de un Pueblo. Eso significa que gozamos de salud mental, que como
personas, este Pueblo, individual y colectivamente, estamos sabiendo vivir en
un momento de duelo. Porque cuando se nos mata un sueño es como matar a un ser
querido. Lo hemos llorado, pero del sollozo hemos pasado a la expresión oral. Y
d esta a las acciones que nos están convenciendo que seguimos caminando.
Ahora , cuando nos
encontramos, con la mirada nos estamos dando una consigna: “¡Que la Paz esté
en el Pueblo del Paraguay¡”. Y esto significa muchas y grandes cosas.
Primero, que hemos vencido ya. Aunque rompieron
nuestro sueño, no lo destrozaron. Nuestro convencimiento de un Paraguay nuevo,
en el que quepamos todos, sigue vivo. Y
el “Patria querida somos tu esperanza” d e la juventud, es ya una sangre nueva
que vuelve a correr por nuestras venas.
Segundo, que hemos
crecido. Miren las estadísticas y los
que queremos el Cambio seguimos siendo la mayoría mayor. Se nos unieron
inclusive otros compañeros que rompieron sus
afiliaciones y seguimiento a partidos y dirigentes caducos. Más todavía, interiormente hemos abiertos los
ojos y ya para que los cerremos tendrán que cosérnoslos.
Tercero, que existen
centenares de grupos que semanalmente se
reúnen analizando, buscando, rezando y
moviéndonos para recuperar todo lo robado.
Cuarto, que no nos
olvidamos que pronto vamos a tener una prueba y que porque nuestra Democracia
es casi parlamentaria, además de buscar el líder que vaya por delante, es más
importante tener mayoría parlamentaria para que nunca más nos embromen. Es
necesario, por ello, presentar una lista sábana pöti. Bien limpia, bien
valiosa con los y con las mejores del
Paraguay.
“¡Que la Paz esté en el
Pueblo del Paraguay¡”, significa todo esto y mucho más todavía.
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