Son tres palabras que
encuentro relacionadas en un párrafo de
la carta que Pablo de Tarso a los cristianos de
Roma.
“La creación fue sometida al fracaso, no voluntariamente
sino por imposición de otro; pero esta creación tiene la esperanza”. (Rom.8, 20)
Tres
palabras que muestran lo que hoy nos
está también ocurriendo.
Comencemos diciendo
que “creación” es la traducción de un
término griego que puede significar “tierra y humanidad”.
Puede referirse a la madre tierra y, también,
a esa humanidad de
hombres y mujeres, que durante siglos la han poblado.
Y, esta creación
sufre una doble imposición que la está
destruyendo.
Físicamente la creación como tierra está
comenzando la cuenta de su destrucción. Como esta cuenta es larga, muchos
parecen no enterarse y prefieren la inmediatez del goce a plantearse el
peligro. Sin embargo cada día son más fuertes
las señales de destrucción, por ejemplo en los cambios climáticos, terremotos y
tsunamis.
Humanamente, los hombres
y mujeres estamos coexistiendo en un mundo donde todas las diferencias son cada
día mayores. Un pequeño grupo se lleva todo y una mayoría se lleva poco o nada.
Un dato solamente: las 200 mayores
fortunas del mundo acumulan más riquezas
que los 3.500 millones de personas
pobres.
Y este doble mal,
esta imposición, no ocurre
voluntariamente ni por causalidad.
Existen causas que las están incrementando.
Curiosamente las
causas llegan, cuando profundizamos, a fundirse en una sola. Es la voluntad de los que ejercen el poder
económico y político los causantes de este mal. Y los culpables no son muchos
sino una poderosa minoría.
Los podemos llamar el
Imperio de los EE.UU. y sus adláteres, el Primer Mundo, el Sistema neoliberal
con el capitalismo de mercado etc.…
Varios nombres que ocultan al poder y la plata.
Pero lo principal es
otra cosa: tanto mal no nos han robado la esperanza. Otro
día seguimos
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