Y reconozco que no
todos los creyentes han pensado así.
Unos piensan que Dios
los creó y luego los dejó como olvidados.
Otros piensan que Dios en esa su como indiferencia hacia nosotros,
solamente en algunos espectaculares acontecimientos
personales o colectivos, y a veces, se hizo presente.
Hay quienes piensan
que esta presencia de Dios entre nosotros se da exclusivamente en el campo
espiritual, con poca relación hacia lo material que nos rodea.
Sin embargo, mi Fe de
la presencia de Dios entre los cristianos es muy diferente.
Según nuestra Fe (lea
Ud. el Antiguo Testamento) , Dios siempre estuvo presente, pero como dice el Nuevo Testamento, “al llegar la plenitud de los
tiempos” se manifestó de un manera
grande en la persona de Jesús de Nazaret y desde entonces esta presencia
se hace más intensa, abarcando todos los aspectos de nuestra vida.
Durante su vida, visible en su persona.
Después de su crucifixión y posterior
resurrección por una Fe tan fuerte que fue capaz de entrar y cambiar por
dentro nada menos que al Imperio Romano.
Siglos después el Imperio desapareció, pero esa Fe la recibieron los Pueblos
que llamados bárbaros, sus vencedores, y
siguió viva en la Historia hasta llegar hasta nosotros.
Les toca a los teólogos profundizar en esta Fe, intentar
explicarnos como esta presencia de Dios está
actuante y viva entre los seres humanos.
Y otra vez vuelvo a San Agustín intentando
decirnos cómo Dios nos inspira desde el
fundamento de nuestra vida, desde lo más profundo de lo más íntimo de nosotros.
Y, a través de cada uno
de nosotros, con nuestras palabras y obras,
llegando a todos los demás.
Dios nos hizo libre,
pero nos inspira, y nos da fuerza por si queremos usarla.
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