Si me
preguntaran cual sea un eje central, que tocándolo se tocan todos los demás
aspectos del país diría que es la pobreza extrema que tenemos.
Es un punto
al que todos los problemas confluyen.
Y la
carencia de trabajo es su mayor causal.
No disminuirá la cantidad de pobres si no aumenta el trabajo. Y un trabajo no de
entretenimiento (changas, maquila) sino un trabajo digno en sus condiciones
materiales, salario, seguro social y jubilación.
Pero de
nada serviría que existiera trabajo en estas condiciones si no hubiera una
preparación a su altura. Y esto supone demasiadas cosas: educación formal y preparación técnica. Y antes de eso, que
desaparezca la debilidad mental que tienen bastantes personas de nuestra población, causada por la
misma pobreza. Al no tener los medios económicos suficientes (por la falta de
trabajo) no tienen la alimentación adecuada en los cinco primeros años de la vida.
El efecto es que las neuronas del niño no llegan a
“ensamblarse” como debieran. Un verdadero círculo vicioso, del que es difícil
escapar.
Trabajo
para gente preparada, pero carentes de valores humanos, democráticos,
políticos, sociales, culturales, solidarios
y religiosos, solamente serviría para dar nueva vida al sistema en
crisis que tenemos y esto inutilizaría
el esfuerzo realizado. Y aquí entran la labor de todas las familias (reserva
práctica de valores) y las Iglesias y
religiones (fundamento y práctica colectiva de ellos).
Y en la
creación de trabajo, del personal preparado y de los valores de la sociedad,
tiene una influencia decisiva, para llevarlo a la práctica, la clase de Gobierno electo.
Me he fijado solamente en cuatro puntos. Cada
uno tiene centenas de conexiones con sus aspectos sociales, culturales,
económicos o religiosos.
Repito: el
primer deber de un gobierno en un país como el nuestro, es dedicar sus mayores
esfuerzos para afrontar la pobreza en el Paraguay.
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