Vivimos unos
momentos importantes en el Paraguay.
Acaba el gobierno del golpe (condecorado por él mismo y condenado por el
Pueblo) y va a comenzar otro.
Y todos
necesitamos fuerzas. La encontraremos en la unión del Pueblo. También los
creyentes en ese Jesús que nos dijo que “estaría con
nosotros hasta el final”.
Y no son
afirmaciones teóricas para archivarlas.
Son una verdadera fuerza que ya nos está moviendo.
¿A todos? Debiera de
ser a todos.
Sin embargo, pueden existir
circunstancias que la frenen.
Por un lado está esa
pobreza extrema que humanamente destroza
a dos millones y medios de paraguayos y paraguayas. Cuando falta todo, el ser humano no es capaz de comprender ni
aun las más buenas noticias.
Por el otro, cuando hay de todo y se vive desmesuradamente bien, entonces
no se quiere comprender lo que se opone a sus grandes intereses.
Unos no pueden
agobiados; otros no quieren presos en lo que tienen.
Comienza una nueva
etapa en el Paraguay. Un nuevo
equipo de personas va
a estar al frente del País.
En la campaña ellos
prometieron mucho. Fiados en el valor de lo que decían, los elegimos. (Desgraciadamente no todos eligieron, porque
dicen que más 150.000 vendieron sus votos).
Cuando se acerca el
15 de agosto, la ciudadanía ha vuelto a repetir muchas veces qué es lo que
quiere para los cinco años entrantes.
A las autoridades les
toca sentir al Pueblo y servirlos lo mejor posible.
A la ciudadanía le
toca apoyarles y rectificarles el camino si no cumplen.
Y a ambos no nos va a
ser fácil la tarea.
Encontraremos,
ciudadanos y autoridades, las fuerzas en el mismo Pueblo, verdadero soberano según
dice nuestra Constitución. Y los creyentes, además encontraremos fuerza en esa
Fe en el Señor Jesús que “está con
nosotros hasta el final”.
Hechos irrefutables del abandono del Estadohacia la población es conocer que existe un déficit de viviendas de 1,1 millones en Paraguay, estando un 43% de las familias viviendo en condiciones de hacinamiento. La vivienda es un bien básico y un derecho Constitucional. La inversión pública en vivienda en Paraguay constituye la más baja de toda la región.
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