Sobran estas palabras
si solamente vivieran en nuestro país
ese 2% que es dueño del 80% de las tierras.
Pero, resulta que
además de las “200 familias”, existe un millón relacionados con ella, dos millones de
personas desde clase media para abajo y los dos millones y medios de pobres. Y
todos somos el Paraguay.
En otras palabras: no
existe solamente el Estado ganadero y el Estado sojero, sino también otro más extenso que es el Estado medio y el Estado campesino con casi el 40% de la población.
Hablemos del
Estado sojero. En el 2003 tenía 1,5
millones de Hectáreas. Hoy tiene 3,1 millones de Hectáreas. En diez años ha duplicado su extensión. Esto costó que 900.000 campesinos fueran
expulsados o huyeran del campo con las intoxicaciones.
El proyecto existente
es pasar de las 3.000 hectáreas a
las 6.000.
Frente a este
crecimiento, el economista Luis Rojas, nos habla de “campesinos y campesinas e
indígenas que se niegan a dejar de ser lo que siempre fueron: gentes del campo,
unida a la tierra”.
El País sojero quiere
seguir sacando a los campesinos.
Y el economista Luis
Rojas nos avisa del modo sutil con que el Ministerio de Agricultura, la UGP y los sojeros piensan
lograrlo.
“Convierten al
Indert, sin sus dos fuentes de financiamiento, en un cascaron vacío sin nada
que ofrecer a los campesinos. Y para eso crean el IRAGRO que es el
IMAGRO adaptado”.
Se le ha explicado
todo esto a la ciudadanía y la reacción ha sido fuerte. “Hay que frenar el avance de la soja,
delimitando lo que ya tiene para no crecer más. Y en el resto hacer la
Reforma Agraria Integral”.
El Paraguay que no es
ni sojero ni ganadero tiene derecho a existir. Y esto me pidió que llegara al Presidente electo. No, como un favor. Sí, como una
exigencia.
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