lunes, 6 de octubre de 2014

LAS MENTIRAS DE LOS TRANSGÉNICOS


Son muchas. Voy a citar tres que son grandes, pero que tal vez no sean las peores.
La primera mentira es proclamar  que ellos son los que van a hacer desaparecer la hambruna que tienen ciento de millones de seres humanos, que lleva a muchos de ellos a una muerte prematura.
El hambre  no va a desaparecer con la soja transgénica a pesar de sus muchas aplicaciones. El hambre del mundo desaparecerá el día que haya una mayor distribución de las riquezas.
En el Paraguay ese crecimiento del 15,4% se lo lleva en la macro economía el pequeño puñado de sojeros. Los casi dos millones de pobres que tenemos, a pesar de ese 15,4%, va creciendo anualmente. Y es que institucionalmente el gobierno  no fomenta la equitativa distribución con los impuestos adecuados.
La segunda mentira es decir que la soja transgénica cada vez necesita menos agro tóxicos, cuando en realidad es todo lo contrario. Los  yuyos crean anticuerpos ante los agrotóxicos y cada vez exigen más cantidad de ellos para desaparecer.
La tercera mentira es todavía más flagrante. Monsanto dice que todo lo anterior no es dañino para la salud. En el Simposio Internacional celebrado en la Facultad de Medicina de la Nacional en San Lorenzo se vio patente todo lo contrario. En Brasil, Argentina, Paraguay, en las localidades rodeadas de cultivos de soja transgénica o sometidos a sus fumigaciones, abundan la leucemia,  malformaciones genéticas, cáncer de diversas especies, daños en la piel, etc…
Pero, todavía existe algo peor,  porque pone todos estos males al alcance de todos los ciudadanos. Diariamente consumimos, frutas, hortalizas, jugos y alimentos en general que han sido sometidos  a los agrotóxicos, que no nos lo dicen, pero que por sus efectos, enfermedades y muertes, van alarmando a  los profesionales de la salud.
Todos, y sin saberlo, estamos sometidos a un envenenamiento invisible.

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