lunes, 13 de octubre de 2014

OCHENTA AÑOS Y MÁS…


Desearía que  leyeran estas letras teniendo como  telón    de fondo la canc­­­ión de Mercedes Sosa “Gracias a  la  vida”. Y dedico ambas, artículo y canción, a todas las personas que pasaron los ochenta.
Ochenta años y más significan como un achicamiento del cuerpo. No en su volumen, pero sí en su calidad de  partes. Cada una de ella  da señales de desgaste y cansancio y suele protestar  reclamando algún especial cuidado.
Ochenta años y más significan una ampliación en el espíritu. Es la sabiduría de la experiencia que  de nuestros guaraníes, cuando no había otros estudios. Lastimosamente este tesoro en muchas personas queda arrinconado, porque la sociedad  a esa edad no les da ocasiones de expresarlo.
Ochenta años y más lleva consigo limitaciones. El ruido y la vida con su torbellino pareciera que nos estorban y los que nos quieren procuran alejarnos de ellos. Así nos están privando de la capacidad de reaccionar y toda reacción es señal de que vivimos. Y si vivimos tenemos que expresarnos e influir y debatir y rechazar o aceptar. Todo eso nos hace bien y nos sentimos parte de la vida. Por supuesto que también se nos agudizan los fallos de épocas anteriores. Pero, luchar por dominarnos nunca debe de  cesar. El tenerlos y el dominarlos es también señal de que vivimos.
Ochenta años y más significan el convencimiento de que nos iremos un día con la maleta vacía. O mejor dicho, sin maleta. Y todo  se va a quedar aquí  abajo. Lo positivo que hicimos, nuestras luchas por ayudar a otros y cambiar a la sociedad son nuestras siembras, darán frutos.
Ochenta años y más significa, sobre todo,  la cercanía a la gran aventura. Por favor, no tengamos miedo, aunque  nunca te hayas acordado de Dios. El siempre se acordó de ti y cuando lo encuentres te sentirás acogido como una personas conocida y querida.

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