miércoles, 27 de noviembre de 2013

EUROPA NO PUEDE ABANDONAR A LAMPEDUSA



Y el que a Lampedusa, un puerto al sur de Italia,  hayan llegado 300 cadáveres de africanos  ahogados  en el Mediterráneo y otros tantos rescatados con vida, no puede dejar impasibles a Berlín, Roma, Paris, Bruselas y Madrid.
Europa  no termina en Lampedusa, sino que  comienza. Y estos ahogados hacen replantear los fundamentos sobre los que fundaron la Unión Europea.
Cansados de dos guerras mundiales, los europeos decidieron abrirse a todos. Y esta apertura es su esencia.
Y, también,  la causa  de su crecimiento. De dos naciones (Francia y Alemania) que  ponen  de acuerdo para conjugar sus minas de carbón,  hoy ya son 28 nacionalidades.
El alma de Europa es grande y complicada, porque no es fácil amalgamar tantas culturas diferentes ahora en tiempos de crisis.
Sin embargo Europa no se ha atrevido todavía a abrirse al continente africano, después de un colonialismo que fue una verdadera depredación de  sus riquezas.
Antes fueron los europeos los que invadieron África. Ahora son los africanos los  que en oleadas crecientes quieren entrar en Europa. Huyen de la  pobreza atraídos por lo que en la TV ven sobre la Europa Unida.
Frente a todo esto los europeos se defienden y  envían sus guarda  costas para impedir que lleguen. Y, si lo logran, para devolverlos a sus países de origen. Y este esfuerzo africano  cuesta anualmente miles de ahogados.
El problema de Lampedusa tiene que preocupar a Berlín, Roma, Londres y Madrid.
Europa, tiene por delante un grave dilema. Encerrarse en sí misma  como en una fortaleza fortificada para defenderse de la crisis que le trae millones de parados, pero con ello envejecerá su población con el bajo índice de natalidad que tiene. O abrir sus fronteras, ayudando a sus vecinos porque, les guste o no, tarde o temprano, va a necesitar una mano de obra extranjera que esté preparada.

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