Dios es de otra
manera.
Dios ha llegado y
está ente nosotros.
Unos, lo interpretan
esto como que está “dentro de nosotros” cuando nos abrimos a El.
Otros, que se
manifiesta Dios en acontecimientos
grandes o importantes. Un terremoto. Una desgracia. Un nacimiento querido.
Otros, que está
cercano y se hace presente en las obras mediante las obras buenas de los demás.
En esto estoy más conforme, pero todavía no expresa toda la cercanía de Dios.
Dios habita “intimior
intimiore meo” (más íntimamente que lo
que es más íntimo mío), seamos buenos malos, lo aceptemos o no a El.
El filósofo Xavier
Zubiri nos lo recordaba el otro día: “El ser humano es experiencia de Dios, lo que
significa que Dios no es algo externo a lo que ha de llegar, sino que lo
descubrimos en el núcleo fundamental del
ser viviente”.
Yo añadiría y “actúa en todo ser
viviente”. Y desde allí nos inspira hacia “ser felices”.
Pero una cosa es la acción
inspiradora de Dios y otra cómo actúa
inspirando.
Y no necesariamente el ser humano, la
fuente desde donde actúa “tiene que
conocer la historia completa”. O sea ni siquiera tiene que conocer o aceptar la
autoría inspiradora de Dios.
Vamos a decir todo esto más claro.
Dios nos inspira desde los que nos
rodean, tengan Fe estos o no. Simplemente está inspirando esa parte buena que
todo tenemos y que al mostrarse al exterior nos hace bien a los otros que le rodeamos.
Comprendo que esto habría que conversarlo largamente tomando un mate. Pero
es interesante. Para mí es importante. Es una de las dos cosas que me da
fuerzas para luchar.
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