martes, 8 de octubre de 2013

LA DROGA NOS GOLPEA DEMASIADO



Los veo a mi alrededor huidizos, sintiéndose despreciados o temidos, desnutridos, con la vida destrozada, perseguido por sus robos.

Todos los que no lo somos, suponemos los problemas del drogadicto, pero pocos le damos una mano.
En una palabra, el drogadicto es golpeado por la vida y, comenzando por él mismo, hace sufrir mucho a todos, y en especial a sus familias.

Como cristiano me veo obligado a hacer un replanteamiento ante tanta desgracia. En ese ambiente no existe la felicidad que Dios quiere para todos. Hay que abrir una puerta para que la encuentren y traspasen y nos encontremos todos juntos.
El usuario de la droga es un enfermo. Como lo es el que fuma y tiene los pulmones rotos o el borracho con el hígado destrozado.
Enfermo que comenzó por causas de la vida, muy difíciles de comprender por quienes no las tuvimos.

Son muchas preguntas las preguntas que me atormentan sobre ellos.

¿Podrá vivir un día humanamente? ¿Qué habría que hacer para que puedan vivir curados o como enfermos, pero pasando sus últimos años o días siendo respetados y respetando a los demás?

Mi convicción es que esto no puede seguir así indefinidamente. Son seres y creaturas de un Dios que los quiere como a nosotros. Y quizás, más porque sufren más completamente abandonados.

A los drogadictos que pertenecen a la clase rica, en ocasiones, los curan con métodos que cuestan millones.

Pero, ¿Qué les queda a los drogadictos empobrecidos del Paraguay? Prácticamente  sufrir mucho y  nada más.

Hay policías que los golpean o usan para sus coimas o robos. Los fiscales simplemente los envían a Tacumbú.

Conozco a un grupo de psicólogos y pobladores que en el Bañado Sur luchan admirablemente por reducir en ese territorio sus daños. Pero, siempre andan escasos de medios. Desearía ser uno de ellos. Como cristiano encuentro entre ellos a Jesús actuando.

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