En estos tiempos en los que no
existen oficialmente dictaduras, sí hay
países que viven en el miedo.
¿Causas?.
La más fuerte es ir asesinando
selectivamente a los líderes
comprometidos. En ocasiones se les camufla de abigeos. Pero, en otras ni se toman
este trabajo.
La más complicada es hacerles un largo
juicio del que no hay modo de salir. Pasan años y ese miedo que produce sigue trabajando solo.
La más fácil es decir que una persona concreta pertenece a
la lista de nueve condenados por sicarios. La lista corre. Acaban no siendo
nueve sino 100 los que se sienten acusados y mil los que tienen miedo de
estar entre los nombres.
La más barata es que alguien con poder político o policial acuse: “esa persona
es sospechosa”. Y comienza el miedo entre los señalados que temen que los
detengan.
Hacer allanamientos de madrugada,
están prohibidos, y actuar con
brutalidad en ellos mete más miedo. Existe el terror de la noche
Existen otros miedos. Simplemente
no dar una beca ganada por méritos, pero que nunca llega a realizarse porque
“Ese joven va a manifestaciones y habla en ellas”. Este miedo encierra el desencanto. Tarde o
temprano esa persona discriminada en oculto, emigrará.
Las condiciones de trabajo también meten
un miedo que inmoviliza. Consiste en
tener meses a una persona sentada en una oficina sin darle ninguna tarea. En
ocasiones ni dispone de mesa y tiene que buscarse una silla. Psicológicamente
destroza.
Está volviendo la época de los
pyragues. Esa persona que asiste a nuestra reunión es la esposa del capataz. El
otro es el hermano de un policía…. Y se desconfía de muchos.
El miedo comienza entre los que
están más aislados. Pero se va extendiendo y tiene una labor aislante porque
crea desconfianza entre todos.
Un Paraguay con miedo, no es el
Paraguay que queremos.
Con distintas apariencias, el hombre sigue siendo un lobo para el hombre.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso.