Escribo hoy para aquellos que hayan
optado por comprometerse con la suerte de los empobrecidos del Paraguay y del mundo. Y me inspiro en un escrito de Frei Betto.
Ante todo el que eligió esta opción
ha de mantener siempre viva la indignación cuando vea cómo se está deshumanizando a alguien. Así, nunca podrá acostumbrarse a ver un sin
trabajo o un hambriento.
“Los pobres
son personas privadas injustamente de los bienes esenciales para vivir.
Por eso estamos a su lado. Por una cuestión de Justicia, Solidaridad y de Amor”.
Para eso le va a ayudar mucho la
exigencia de tener un modo de vivir acorde a cómo piensa. Un grado de austeridad grande en la vida es necesario para comprometerse de verdad con
los que nada o poco tienen. La cabeza piensa donde pisan los pies.
Por deber, criticará muchas veces la falta de humanidad
de la sociedad. Pero, nunca se olvidará
de criticarse a si mismo. Esta autocrítica sincera y constante es parte
esencial de su vida.
Así, poco a poco, irá creciendo en él o en ella el
hombre y la mujer nuevos.
Esto comúnmente se descuida y no sirven los
que tienen dos o más caras. Puede ser un buen militante pero, al mismo tiempo, ser un mal padre o
esposo. O viceversa: ser un buen padre o esposo pero, al mismo tiempo, ser un
corrupto político. Y si esto se diera en la realidad, nunca será ni un buen
cristiano ni un buen revolucionario.
Seguramente, al acabar de leer
esto, Ud. dirá que se pide demasiado. Inclusive, hará Ud. la lista de los que conoce que se dicen comprometidos y
los borrará por no cumplirlo. Y se lo agradezco. Ha sido Ud. sincero.
Y, sin embargo, este es el tipo de
hombre o de mujer que necesitamos. Para serlo hay que prepararse pero que muy bien.
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